El estrés es una prevalencia en el mundo moderno. En España, cerca del 27 por ciento de los ciudadanos presentan episodios de estrés. Es un sentimiento de tensión física o emocional, como consecuencia de situaciones bajo presión.
Sin embargo, algunos estudios mencionan que sus consecuencias a largo plazo pueden llegar a ser devastadoras, si no le ponemos un alto. El estrés puede empeorar significativamente los problemas de salud como, por ejemplo, la diabetes y las enfermedades autoinmunes, y puede ser detonante de la depresión y la ansiedad.
A su vez, las hormonas asociadas con el estrés, tales como el cortisol y la adrenalina, pueden debilitar a distintos órganos o partes del cuerpo, según American Institute of Stress (AIS), organización que ofrece información sobre el rol del estrés en la salud y la enfermedad.
“Hay una creciente evidencia de vínculos entre un mal manejo del estrés y las enfermedades físicas”, detalla el doctor Daniel K. Hall-Flavin en la plataforma digital de la Clínica Mayo.
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¿Cómo afecta el estrés al organismo?
Sistema inmune
Según Kristin Hadfield, psicología de la Universidad de Queen Mary en Londres, “el estrés tiene una gran cantidad de efectos negativos en nuestro cuerpo. Cuando estás estresado, eres más susceptible de contraer enfermedades virales” como la gripe y el resfriado común. También puede aumentar el tiempo que toma recuperarse de una enfermedad o lesión.
Sexualidad y sistema reproductivo
Según el American Institute of Stress, el estrés crónico puede hacer que los niveles de testosterona de un hombre disminuyan, lo cual puede interferir con la producción de esperma y causar impotencia. En las mujeres, el estrés puede afectar el ciclo menstrual, provocando periodos irregulares y más dolorosos.
Sistema digestivo
Los efectos del estrés crónico son: acidez estomacal, reflujo, hinchazón o estreñimiento. También puede afectar en la digestión y a cómo se absorben los nutrientes en el intestino.
La alimentación, la mejor receta contra el estrés
Existen investigaciones sobre la relación entre el estrés y la alimentación. Especialmente sobre escoger los nutrientes adecuados en nuestra dieta.
Por ejemplo, los antioxidantes tienen la capacidad de disminuir el efecto destructivo de los radicales libres, unos compuestos que causan envejecimiento, alteraciones en el ADN, enfermedades cardiovasculares, etc. Y el estrés potencia la producción de radicales libres.
En ese caso, algunos nutrientes tienen función antioxidante para atenuar su impacto: la vitamina C y E, protegen las células contra los daños causados por los radicales libres. El zinc actúa como potenciador de las conexiones neuronales, el cobre es esencial para el desarrollo cerebral. El magnesio es un mineral antiestrés.
A su vez, las proteínas son cadenas largas de aminoácidos, las cuales sirven para producir neurotransmisores, unas sustancias que utilizan las neuronas para enviarse mensajes entre sí a través de impulsos nerviosos. El triptófano, por ejemplo, es un aminoácido que sintetiza la serotonina, un neurotransmisor asociado a los estados de serenidad, buen humor y control del sueño.