Concurso voluntario de acreedores

Tras intentarlo con el preconcurso, Aust pide el concurso voluntario de acreedores

La filial de la Corporación Empresarial de Materiales de Construcción (COEMAC, antigua Uralita), Aust 2019 Customer Service, ha cerrado el año 2019 solicitando un concurso voluntario de acreedores. A fecha de 27 de diciembre, la firma acudía al juzgado de lo Mercantil de Madrid para comenzar el proceso de forma voluntaria, con el fin de parar una racha negativa de beneficios que estaba acrecentando su deuda de forma imparable.

La firma ya había intentando buscar soluciones anteriormente. Durante el mes de septiembre del pasado 2019, se acogió al artículo 5 bis de la Ley Concursal para solicitar el preconcurso de acreedores. Dado que el preconcurso paraliza las ejecuciones durante un periodo aproximado de 3 meses, en ocasiones puede llegar a los 4, Aust intentó aprovechar esa ventana de tiempo en busca de nuevos inversores o medios para renegociar la deuda contraída y reducirla; pero no fue posible.

Sin alcanzar la meta propuesta, ha sido la propia COEMAC la que ha tenido que acudir a la Comisión Nacional del Mercado de Valores para formalizar la solicitud del concurso voluntario de acreedores. Una iniciativa que no afectará en absoluto a todo el grupo empresarial, pero que sí repercute en el de la filial. Desde el momento de la aceptación, tendrá cinco años para saldar sus deudas, además de contar con ciertas limitaciones en la gestión del patrimonio por la intervención de los administradores concursales.

2019, un mal año para Aust

La filial de COEMAC no pasó por su mejor etapa durante el pasado 2019. Antes de mover ficha y solicitar el preconcurso de acreedores previo al propio concurso, tuvo que enfrentarse a una condena con una sanción de 10,57 millones de euros exigidos a raíz de un proceso judicial con SEIASA, la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias. 

Una suma que combina los 2,44 millones de euros por costes e intereses y los 8,13 millones por la multa como tal. Combinación letal que ya obligó a la compañía a mover ficha al no disponer de la liquidez necesaria para poder afrontar su pago, ni tampoco los recursos para ello. Así, antes incluso de que hubiera sentencia firme, ya empezó a estudiar posibles caminos a seguir.

Del preconcurso al concurso

Y entre esos caminos apareció el que siguieron: la solicitud del preconcurso de acreedores. En septiembre, realizaron la correspondiente solicitud en busca de nuevos socios inversores o algún tipo de ayuda económica para poder realizar el pago de la multa y los costes derivados, amén de poder cubrir otros gastos que poco a poco fueron mermando su capacidad de liquidez y la propia rentabilidad del negocio. Lo que sucedió es historia, ya que terminaron diciembre solicitando el concurso de acreedores formalmente.

Del preconcurso al concurso

La situación de Aust en el momento del preconcurso de acreedores era muy diferente a la actual, con el concurso voluntario ya en marcha. Durante los tres meses de gracia concedidos por la Ley Concursal, la filial de COEMAC tenía la capacidad de mantener el control de todo su patrimonio a través de su consejo de Administración. De hecho, no tenía siquiera la obligación de comunicar públicamente su situación y contaba con respaldo legal que la protegiera ante posibles embargos judiciales.

Ahora, en cambio, la situación es más difícil para la empresa. Tras solicitar voluntariamente el concurso de acreedores, si bien se le ofrece un amplio periodo de tiempo para poder liquidar la deuda, la compañía ha perdido parte del control. Aparece la figura del administrador concursal y, por tanto, la gestión del patrimonio ha de pasar por las manos de este para evitar cualquier posible fuga de capital o anomalía que sirviera para promover el impago.

Asimismo, acogerse a este concurso obliga a la empresa a pagar los gastos del administrador y, además, afecta gravemente a la imagen de la marca por la situación en la que se encuentra. A diferencia del preconcurso, este sí debe hacerse público, y eso repercute muchísimo en la opinión del público sobre el negocio. Además de todo esto, los actos de los dos últimos años de la empresa pueden ser anulados si se considera necesario.

Por qué es importante contar con un buen profesional en el concurso de acreedores

Todo el caso de Aust es una clara muestra de los problemas que supone solicitar un concurso de acreedores, incluso si es voluntario. Se da más margen para poder liquidar las deudas, pero la empresa queda atada de manos y pies y se le añaden costes adicionales. Todo eso afecta aún más a nivel económico para una firma cuya imagen queda deteriorada a ojos del público.

Por eso, contar con un profesional como Igor Ochoa, reconocido a nivel nacional e internacional como experto en gestión de crisis empresariales de la consultora Dipcom Corporate, es tan importante para cualquier negocio con problemas económicos. Antes de recurrir al concurso es fundamental contactar con un profesional como este para recibir el mejor asesoramiento y proceder de la mejor forma posible en la etapa previa e incluso tras solicitarlo.

Los expertos en crisis son los mejores aliados cuando llegan tiempos difíciles a una empresa, y situaciones como la que vive la filial de COEMAC pueden llegar a buen puerto con la ayuda adecuada. Si lo conseguirán o no es algo que queda por ver, pero figuras que puedan serle de ayuda las hay.

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