Hablar en público

Aprender a hablar en público: la asignatura pendiente de muchos españoles

En la cultura anglosajona es habitual trabajar el arte de la oratoria, incluso, durante la formación obligatoria y reglada, sin embargo, este tipo de habilidades en España no se da con tanta frecuencia.

El arte de la oratoria ya se forjaba en los inicios de las culturas clásicas greco-romanas. El saber hablar en público, transmitir la ideas de una forma clara y concisa, pero también convincente, forma parte de las herramientas de un líder o, simplemente, de las personas para saber desenvolverse en su esfera pública con mayores destrezas y solvencia. 

Aunque hay países en los que dan un importante calado a esta habilidad social, como ocurre en los países anglosajones, quizás, en las culturas hispánicas no se da tanto esa institucionalización de la oratoria como materia de conocimiento. Si bien es cierto que la cultura española, per se, ya es abierta a la comunicación, no ha contemplado ese elemento como una adición al arte que todo líder debe manejar. 

Por eso, ha llegado el momento de acudir a cursos de oratoria y hablar en público en Madrid, ya que eso mejorará tanto la proyección personal, la seguridad en uno mismo y se aplicará a una mejor versión pública de uno mismo. En esa labor se afanan grandes profesionales que ayudarán, no solo a articular un discurso, sino a preparar a sus alumnos a comportarse físicamente ante una audiencia, reconducir contraataques y mantener el liderazgo en el discurso

Forjando a los líderes del futuro

Es evidente que la capacidad del lenguaje es, casi, exclusiva del ser humano y, desde luego, la complejidad de nuestro sistema de comunicación, tanto verbal, como no verbal, es incuestionable dentro del reino animal. 

Por ese motivo, matricularse en un curso de presentaciones de alto impacto ayuda a que cuando hay que presentar un proyecto, una tesis doctoral o defender una transacción empresarial se genere interés en el interlocutor. Se trata, no solo de no aburrir, sino de presentar nuestra meta a conseguir como un atractivo para la audiencia y generar la necesidad de escuchar lo que se tiene para ofrecer. 

Sin lugar a dudas, para conseguir ese fin, hay que trabajar todo el conjunto de herramientas que llevan a cumplir la meta. Así, desde guiones, argumentales, ensayos o mejorar los ritmos y el tono del discurso ayuda, sobremanera, a ser un directivo, comercial o mando intermedio atractivo para la audiencia objetiva. En esta formación se enseña, entre otras cuestiones, a preparar diapositivas dinámicas y de alto impacto, acompañadas de todo tipo de elementos que centran la atención en el mensaje principal que se quiere transmitir. 

Un ejercicio de autoestima personal y empoderamiento

Por supuesto, el hecho de enfrentarse a una audiencia, más o menos numerosa, siempre implica un temor del orador. Pero, gracias a los cursos de hablar en publico en Madrid esos temores iniciales se irán convirtiendo en la energía necesaria para hacer discursos convincentes y elocuentes. 

A veces, no se tiene que alcanzar el objetivo de cambiar la opinión del contrario, sino de que el contrario entienda lo que estás diciendo. Refrendar las ideas, incluso, cuando dan líneas argumentales en contra, poseer esta herramienta, dota de autoestima y empoderamiento al orador, ya que es capaz de rebatir con argumentos solventes los contraataques que recibe de los otros oradores. Todo ello, se aprende y es cuestión de practicar. Razones que llevan a pensar que es una genial idea matricularse en este tipo de cursos, sobre todo, cuando jamás se ha tenido contacto con esta disciplina. 

La oratoria es cuestión de práctica

Se reitera la afirmación, práctica y más práctica, ese es el secreto para mejorar. En las academias especializadas suelen contar con un club de oratoria donde los coaches ponen a prueba las habilidades aprendidas por los alumnos. Les hacen asumir roles y posicionamientos con el deseo de que los defiendan a modo de pruebas.

En resumen, la oratoria es una buena estrategia como herramienta personal para destacarse sobre el resto. También sirve para aprender a debatir con más empatía y respeto hacia otras opiniones. Aunque, sin duda, el valor que más se trabaja es el de la asertividad y la seguridad en uno mismo.

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