Mediante la auditoría, un experto revisa la contabilidad de una empresa para acreditar ante terceros la razonabilidad de la veracidad y fiabilidad de la información de la misma. La más frecuente es la que se hace de forma obligatoria sobre las cuentas anuales de la sociedad, y termina después de que una firma de auditoría realice un informe.
Dicho informe se pronuncia sobre esas cuentas, y recoge la imagen fiel de la empresa, razonablemente. De forma contraria a lo que se suele pensar, el fin de la auditoría no es detectar posibles fraudes, si bien en el transcurso del trabajo pueden llegar a evidenciarse, sino que se pretende aportar a los agentes sociales información acerca de la corrección contable que publica la entidad revisada.
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¿Quién realiza la auditoría?
Un informe de auditoría debe estar firmado por un experto independiente, inscrito en el Registro Oficial de Auditores de Cuentas (ROAC) del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), como los que se pueden encontrar en el equipo de auditores Barcelona que forman parte de AOB Auditores.
Estos profesionales reúnen los demás requisitos que se exigen para ser auditor, que consisten en tener una titulación universitaria y superar unas pruebas teóricas y prácticas que tratan de contabilidad, economía y determinadas áreas del Derecho. Hay que certificar además que se cuenta con experiencia profesional mínima de tres años en una firma o despacho de auditoría.
¿Cuándo es obligatorio hacer una auditoría?
El tipo de auditoría más frecuente es la auditoría obligatoria de las cuentas anuales de la sociedad, esto es, la que las sociedades mercantiles tienen la obligación de realizar por ley cuando superan dos de los tres parámetros siguientes por dos años consecutivos:
- Una cifra de activo mayor de 2,85 millones de euros.
- Una cifra de negocios superior a 5,7 millones de euros.
- Un número de empleados mayor de 50.
Es obligatoria también la auditoría de cuentas anuales consolidadas en aquellos casos en que se superan los anteriores criterios para las individuales, pero multiplicados por cuatro. No obstante, existe también la posibilidad de hacer una auditoría de manera voluntaria. De hecho, en muchas empresas se hace para realizar un ejercicio de transparencia ante terceros, que pueden ser socios, inversores, etc.
La auditoría voluntaria
Al margen de cumplir los parámetros marcados por la ley, existen otros motivos para que una empresa audite sus cuentas. De modo que se puede hacer una auditoría voluntaria para buscar la transparencia y resultar más fiable ante terceros.
En todo caso, el auditor exigirá a la empresa y a su personal la máxima colaboración, y durante algún tiempo requerirá información al departamento contable y administrativo. Hay que tener en cuenta que el auditor necesita datos sobre la entidad y sus saldos contables a bancos, asesores, clientes y acreedores.
Las sociedades anónimas o limitadas que no están obligadas a auditarse, pueden hacerlo siempre que un número de socios que represente el 5% solicite al Registro Mercantil de la provincia realizar una auditoría.