La baja visión es una incapacidad visual también conocida como hipovisión que priva a ciertas personas de su sentido de la vista. Una de las peores partes de sufrir esta afección es que puede deberse a muchos motivos diferentes, como enfermedades previas asociadas, y que, además, no es posible corregirla en la actualidad a través de ningún medio como la cirugía o las lentes de contacto.
Se trata también de una inhabilitación que afecta en diferentes grados a una gran parte de la población en todo el mundo; a día de hoy se calcula que, al menos, un 0.7 por ciento de la población mundial sufre alguno de los estados de la baja visión.
Por otra parte esta incapacidad visual afecta en diferentes grados y de muy diversas formas dependiendo del contexto de cada persona, por lo que en muchos casos, sobre todo en los países más desfavorecidos, es difícil de diagnosticar.
Sea como sea, la baja visión es algo que afecta a casi 300 millones de personas en el mundo y, por ese motivo, es importante conocer en qué consiste, qué la puede provocar y cómo se puede rehabilitar a alguien que lo sufre.
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¿Qué es la baja visión?
La baja visión consiste en la pérdida de capacidad visual por parte de una persona. Una persona que sufra de hipovisión tiende a ir perdiendo con los años agudeza visual, por lo que le cuesta reconocer formas y objetos a cierta distancia.
Además, también perdería campo visual, reduciéndose el espacio de visión que se tiene en cada ojo de diferentes maneras. La pérdida de campo visual que normalmente acarrea la baja visión se puede dar estrechando la zona de visión cada vez más por cada costado del ojo o también con la aparición de pequeñas manchas que van nublando poco a poco el campo visual.
De cualquier forma, la baja visión suele acabar provocando ceguera con el paso del tiempo, de manera que las personas que la sufren se ven privadas de su capacidad visual con los años.
Enfermedades que pueden provocar la baja visión
La baja visión es una incapacidad que puede darse en las personas por diferentes motivos. Algunas veces está provocada por factores de predisposición genética que propician la aparición de la hipovisión, aunque es más común que esta discapacidad venga dada como un efecto secundario provocado por una enfermedad.
El glaucoma, por ejemplo, es una de las enfermedades más comunes que suelen provocar la baja visión. Al degenerarse el nervio óptimo a causa del glaucoma, la salud del ojo puede evolucionar hacia una pérdida visual irreversible.
Otra de las afecciones que más hipovisión suelen provocar es la degeneración macular asociada a la edad. Por delante incluso del glaucoma, esta degeneración es la que, actualmente, más casos provoca de baja visión. Se trata de una enfermedad de tipo degenerativo que afecta directamente a la retina, por lo que suele causar una pérdida del campo visual justo en el centro de cada ojo.
Aún así, existen otras muchas enfermedades y patologías que pueden derivar en hipovisión o que son más propensas a provocarla.
¿Cómo se puede prevenir la baja visión?
La prevención de la baja visión es prácticamente nula, ya que no existe ningún tipo de tratamiento que pueda prevenir exactamente la aparición de esta discapacidad. Para prevenir la hipovisión lo único que se puede hacer es invertir en ciencia, investigación y salud, de forma que se pueda informar a la población sobre los riesgos, para que puedan identificar los síntomas fácilmente.
De esta forma, aunque la aparición de la baja visión no se pueda evitar, sí se pueden realizar mejoras a nivel nacional para realizar planes de prevención de salud ocular, así como el desarrollo de servicios concretos de rehabilitación que puedan servir de utilidad para las personas que ya lo sufren.
Rehabilitación y recursos de accesibilidad
Uno de los aspectos más importantes a la hora de hablar de la hipovisión o baja visión es la rehabilitación y los recursos de accesibilidad y adaptación a los que pueden acceder las personas que sufren de esta discapacidad.
Además de las ayudas médicas que estas personas puedan recibir, tanto físicas como psicológicas, así como ayudas de tipo administrativo que pueda facilitar los distintos gobiernos, es cierto que las personas con baja visión necesitan de algunas otras ayudas de tipo óptico.
De esta forma, con las ayudas visuales, pueden mejorar su calidad de vida e incluso su grado de visión, ya que estas ayudas potencian sustancialmente la agudeza visual. La adaptación a las ayudas ópticas es un punto muy interesante a trabajar desde el ámbito científico ya que, a pesar de que no hay una cura para la hipovisión, sí hay mucho margen de mejora en cuestiones sobre calidad de vida y adaptabilidad.
Estas ayudas visuales son, sin duda, el presente y el futuro más prometedor para aquellas personas que sufren de baja visión, ofreciéndoles un modo de adaptarse a su nueva forma de vida y de encontrar puntos de unión sociales o laborales con todo tipo de personas.